DOLOR - Psicologo Córdoba Luis Alonso Echagüe 10/09/2016

Cuando hablamos de dolor podemos referirnos a él como una percepción sensorial localizada y subjetiva, más o menos intensa, molesta o desagradable y que se siente en una parte del cuerpo; es el resultado de una excitación o estimulación de terminaciones nerviosas sensitivas especializadas por lo tanto hablaríamos de un síntoma que se ha desencadenado como consecuencia de una agresión. También podríamos hablar de dolor al referirnos a un sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima que se experimenta por motivos emocionales o anímicos.
En cualquier caso el dolor nos suministra información de que algo está ocurriendo y sobre todo, que nuestro cuerpo está respondiendo a ese algo.

A lo largo de la historia y del desarrollo de las civilizaciones, el dolor se ha tratado como un estímulo a eliminar de la forma más rápida, eficaz y óptima posible y en ocasiones eso nos ha llevado a perder la referencia del agente causante del mismo.
Como percepción subjetiva, es realmente difícil medir y valorar donde está el límite en el que la percepción pasa a ser molestia, la molestia a desagradable y lo desagradable a dolor.
Factores tan susceptibles de variabilidad como la persona, el momento, la circunstancia, el umbral,.. consiguen que determinar cuando una percepción subjetiva pasa a ser dolor se convierta en una tarea complicada.
Pero lo que realmente termina desencadenando en una circunstancia que puede llegar a limitar a la persona que lo padece no es el dolor sino LO QUE LA PERSONA HACE CON ÉL.
En ocasiones EL PROBLEMA NO ES EL DOLOR sino que, NO LO QUEREMOS TENER y comenzamos a luchar para que se atenúe o desaparezca o disminuya sustancialmente, a defendernos sin importarnos ninguna otra cosa más en nuestra vida y es ahí donde convertimos el dolor en algo inmanejable y en ocasiones destructivo para la persona que lo padece. Con esta batalla el dolor aumenta en intensidad, en duración, en frecuencia y perdemos cualquier oportunidad de manejo terapéutico.
Cuando aprendemos a eliminar todo lo que, de forma consciente o no, le hemos añadido al dolor, entonces es cuando realmente nos podemos aproximar a él de manera equilibrada sin miedo, sin querer eliminarlo, sin luchar y así poder conocerlo.

CC